A Hedwig le sobra algo. El viste como nena. Pero siempre fue un nene. En algún momento de su vida decidió ponerle fin a sus días de calzoncillos bóxers. Quiso operarse y cortarse el pito. Todo para complacer a un amante. Ella pudo escapar de Alemania Oriental gracias a el. Un soldado bien macho que aunque no le había robado su corazón, le habría merecido su honor eterno. Pero la operación salió mal, y a Hedwig (cabeza con peluca) todavía le sobra algo. Ahora quedó sin su soldado, y abandonada en un trailer, con un estilo de vida decadente inapropiado para la dama que siempre quiso ser.
Hedwig Está enojada y canta como un dios.
Hedwig tiene una banda de rock sincericida, y canta en antros de mala muerte para apenas algunos loosers que logran identificarse con ella.
Hedwig anda despertando mentes por la vida. Les regala la la libertad. Asesina miedos con sus canciones.
Así fue que conoció a un niño sobre educado de las clases medias americanas: lo vistió, le puso onda, le enseño a cantar y lo orientó (des?) sexualmente. Finalmente, llevo a este niño a la crema del rock and rol style life americano. El niño se olvidó de su maestra, desconoció su amor y lo dejó nuevamente.
Ahora Hedwig es conocida como la ex de su alumno. Todo mal….
El problema parece ser siempre el mismo, ese pedazo de carne.
Hedwig no canta, cuenta su vida.
La magia de esta peli reside en la orfandad de género. Tal como todo lo que se postea en este blog, es una joya. Algo nuevo, irreverente y políticamente incorrecto. Exactamente como nos gusta.
La única trivia que les voy a dar, es que el actor principal, John Cameron Mitchell, es también director y guionista de la obra. Un perverso total. Un genio. Un loco. Un cassette-bloggero.
Nada mas para decir: suban el volumen, aflojen sus pantalones y pongan las palomitas en el micro ondas que esta película es una oda al domingo.
Hedwig and the Angry Inch está con nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario