Dice la historia no oficial, que la producción de Loveless, el segundo álbum de My Bloody Valentine, costó alrededor de 250.000 £ y llevó casi 3 años. En el lento proceso, en el cual la banda grababa las pistas de un track, lo mezclaba, masterizaba, escuchaba, tiraba y volvía a comenzar desde cero; participaron catorce ingenieros de sonido en diecinueve estudios de grabación diferentes. Como cierre de la tortuosa relación que Kevin Shields (lider y corazón sonoro / compositivo del grupo) llevó con los directivos del sello, la venta del disco no llegó ni cerca a cubrir los gastos de producción, razón por la cual Creation fue a la quiebra.
Loveless fue creado de manera puntillosa y obsesiva, utilizando técnicas nunca pensadas hasta el momento. Abrió al mundo la puerta de un nuevo universo sonoro / sensorial.
Después, My Bloody grabó algunas piezas de manera esporádica, pero nunca fueron capaces de finalizar un tercer álbum. Según palabras del mismo Kevin “No estamos dispuestos a lanzar algo menor que Loveless”. Luego Shields se aisló, y así, se unió a otros mitos que quedaron a la sombra de su propia obra, como Brian Wilson o Syd Barrett.
Hace poco los My Bloody dieron una serie de conciertos y prometieron un nuevo disco. Esperemos que sea verdad… que lindo sería.
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